La artritis reumatoide es una enfermedad que suele comenzar en la edad madura que afecta a las articulaciones y que padecen más las mujeres que los hombres. Causa dolor, inflamación, rigidez y pérdida de movilidad. Sigue siendo una patología desconocida para la población en general y que se suele confundir con otras enfermedades reumáticas.
Se estima que en España la padecen unas 200.000 personas, siendo dos de cada tres casos mujeres de a partir de 40 años.
Su detección temprana es fundamental para comenzar una terapia lo antes posible que posibilite frenar el desarrollo de la patología y asegurar una óptima calidad de vida al paciente.
¿Qué es la artritis reumatoide?
Es una enfermedad inflamatoria de carácter crónico y naturaleza autoinmune. Es una dolencia degenerativa que implica la inflamación de la membrana sinovial de las articulaciones y tejidos circundantes.
Puede afectar a cualquier articulación, pero es más común en las muñecas y los dedos.
También decimos que es una enfermedad autoinmune porque hace que el sistema inmunológico del cuerpo ataque erróneamente las células sanas de las articulaciones y otros órganos.
Síntomas de artritis reumatoide
Se produce hinchazón de la membrana sinovial y rigidez sobre todo por las mañanas o tras periodos de reposo. No sólo puede afectar a las articulaciones, sino que puede dañar los ojos, la piel, los pulmones, el corazón o los vasos sanguíneos.
La hinchazón dolorosa que produce puede causar erosión ósea y deformidad de la articulación. Otros síntomas usuales son: dolor, articulaciones calientes, hinchazón, rigidez, fatiga, fiebre de baja intensidad, inapetencia, depresión y pérdida de peso. A medida que la enfermedad avanza se puede propagar a otras articulaciones.
La persona afectada siente un gran cansancio, hormigueos en los pies y manos, ronquera y sequedad en la boca.
El diagnóstico de la artritis reumatoide
Para establecer un diagnóstico se suele hacer un análisis de sangre. Como ya hemos comentado antes, es muy importante la detección temprana de la enfermedad para comenzar una terapia inmediatamente que consiga frenar su evolución, al mismo tiempo que garantizar una óptima calidad de vida.
Algunos de los parámetros que se miden en el análisis de sangre son:
- Velocidad de sedimentación globular (VSG), siendo ésta un indicador de inflamación que se incrementa por diferentes causas, entre ellas la artritis reumatoide.
- Proteína C reactiva (PCR): consiste en la detección de una proteína que se encuentra en la sangre y que cuando se eleva su presencia puede ser indicativo de artritis reumatoide.
- Factor reumatoide (FR): es un anticuerpo producido por las células B y que en una cifra elevada puede ser indicativo de padecer la enfermedad.
- Anticuerpos anti-PCC: se trata de prueba diagnóstica de detección de anticuerpos contra el Péptido Cíclico Citrulinado. Es un test más específico para detectar la artritis reumatoide.
Causas de la artritis reumatoide
Pueden tener incidencia un gran número diferentes de factores, desde ambientales a genéticos, que son prácticamente imposible de controlar:
- Material genético heredado.
- Defectos en el sistema inmunológico.
- Un defecto en el cartílago o en la unión de las articulaciones.
- Un hongo, bacteria o virus que afecta a las articulaciones.
- Ser obeso.
- Sufrir de debilidad muscular.
- Una dieta con alto contenido en sal puede ser un factor de riesgo.
- Combinar un nivel alto de estrés y tabaquismo.
La artritis reumatoide juvenil
Es una patología que causa inflamación, dolor y rigidez articular en niños menores de 16 años por un periodo superior a las seis semanas. Puede afectar a cualquier articulación, pero es más común en las rodillas, manos y pies. También se caracteriza por la inflamación de los ganglios linfáticos o la aparición de sarpullidos.
Un síntoma temprano de la enfermedad es cojear por las mañanas. Son síntomas intermitentes, es decir, pueden aparecer y desaparecer durante ciertos períodos de tiempo. Hay niños que sólo tienen un par de crisis puntuales.
Puede causar problemas de crecimiento e inflamación ocular en algunos casos.
La artritis reumatoide juvenil puede ser difícil de diagnosticar y requieres de diferentes pruebas: análisis de sangre, radiografías y exámenes físicos.
Tratamiento artritis reumatoide juvenil
Los médicos suelen combinar terapias con tratamientos farmacológicos.
Son comunes los medicamentos antirreumáticos modificadores de la enfermedad y los antiinflamatorios no esteroides, corticoides o agentes biológicos (modificadores de la respuesta biológica).
El trabajo con un fisioterapeuta también ayuda al niño a mantener flexibilidad en sus articulaciones, conservar la amplitud de movimientos y el tono muscular. Algunas pautas que son de ayuda:
- Duchas de agua caliente para aliviar la rigidez.
- Hacer ejercicios de elongación para reducir la rigidez y mejorar la movilidad.
- Acudir a un psicoterapeuta que ayude y motive al niño a aceptar y combatir esta enfermedad.
Rara vez, en casos muy graves, puede ser necesaria la cirugía.
Tratamientos naturales para la artritis reumatoide
Lo más importante siempre es seguir el tratamiento y las indicaciones de un médico, pero algunas formas naturales que ayudan a paliar la enfermedad son:
- Tomar infusiones diuréticas, antiinflamatorias y relajantes, especialmente por las noches: valeriana, cola de caballo, salvia, romero, cúrcuma, etc… las combinaciones son infinitas.
- Masajes con pomadas que contengan árnica. Recomendamos nuestro RS7 Fisio Forte, compuesto por principios activos 100% naturales y de la máxima calidad. Se trata de la fórmula más completa del mercado.
- Masajes con aceites esenciales.
- Consumir suplementos alimenticios que incluyan harpagofito, que es un buen analgésico natural. Recomendamos RS7 cápsulas. Consulten con su médico previamente.
- Baños calientes con sales de Epsom, pues ayudan a relajar las articulaciones.
- Incluir en la dieta alimentos que sirvan como antiinflamatorios y depurativos naturales: jengibre, vinagre de manzana, apio, papaya, aceite de romero, albahaca, cerezas, granadas, semillas de lino, remolacha, etc…
- Utilizar compresas de agua fría.
- Practicar técnicas de relajación muscular o meditación y visualización positiva.
- Hacer taichí o natación.
- Dar paseos por la orilla de la playa con los pies descalzos.
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